Hoy más que nunca el DPP es un factor fundamental para el desarrollo del talento humano de cualquier sistema de salud, no solo como una vía necesaria para mantener y mejorar la
idoneidad y competencia de quienes tienen en sus manos la atención de la salud de la
población, sino como incentivo para fortalecer su motivación y compromiso con el cuidado de la salud de sus pacientes y los objetivos del sistema y las instituciones de salud.

Bastante se ha escrito sobre el crecimiento acelerado del conocimiento y los cambios en la
tecnología y las características socio demográficas y epidemiológicas de la población, como elementos que exigen la actualización permanente de los médicos y profesionales de la salud, mediante el desarrollo de competencias como aprender a aprender y a desaprender, lectura crítica, uso de las TIC para el aprendizaje y el ejercicio profesional, entre otros.

Frente a estas exigencias, las respuestas en nuestro país han sido lentas, fragmentarias e
inadecuadas. Los desarrollos regulatorios e institucionales se han concentrado en la oferta de educación formal de pregrado y posgrado, con la consolidación de sistemas de calidad
robustos, mientras que la oferta de educación continua o permanente ha surgido por
iniciativas particulares de instituciones con un alto grado de heterogeneidad en su capacidad institucional, experiencia y calidad.

De esta forma, no hay certeza si la oferta actual de DPP responde a criterios de calidad y
pertinencia, para impactar positivamente la atención y los resultados en salud de la población.

Así mismo, son incipientes y aisladas las estrategias e instrumentos para conectar los esfuerzos de actualización, capacitación y fortalecimiento profesional del talento humano, con incentivos y reconocimientos para impulsar sus carreras en los ámbitos académico, investigativo, asistencial o administrativo.

De ahí la importancia de buscar la convergencia de las acciones del gobierno y las instituciones y agentes de los sectores educación y salud, para avanzar hacia un esquema de autorregulación, con criterios, procesos y reglas universales y transparentes, técnicamente definidas, que vincule a todos los agentes que participan en la oferta y demanda de DPP, de tal forma que se garantice calidad y pertinencia en las acciones formativas, racionalidad en el uso de los recursos de las personas y las instituciones y confianza de la sociedad frente a los procesos que garantizan la idoneidad permanente del talento humano en salud.